El cine, como un medio estrechamente vinculado a los procesos sociales, influye en los procesos de redefinición cultural y de las identidades. Aleksandra Jablonksa nos recuerda que las identidades se constituyen dentro de la representación y no fuera de ella, es decir, a partir de cómo nos representan “otros”, y del proceso de autorrepresentación (2017, 223). La gradual expansión de la práctica del quehacer cinematográfico que sucede desde la última década en México, supone entonces una amplificación de posibilidades para rehacer los imaginarios sobre las identidades y las culturas. Bajo este contexto, las localidades y la diversidad cultural, se presentan con una agencia cada vez más fuerte y consolidada para construir sus narrativas propias, redefinir las formas del quehacer y ver cine e imaginar-representar su propio paisaje cultural e identitario.
Mirar hacia las autorepresentaicones de cine hechas por grupos que han sido históricamente invisibilizados, objetivizados y/o marginalizados implica dar cuenta de su complejidad, más allá de asumir que éstas se posicionan en disputa, como una contranarrativa a las representaciones de los regímenes mediáticos o del Estado. Esta aproximación toma en cuenta que las autorepresentaciones están en un proceso dialógico con los discursos e imaginarios ya construidos sobre las identidades, así como con las políticas de Estado, las cuales ahora priorizan dar lugar a estas miradas. Lo anterior, nos propone abrir el campo de análisis y tomar en cuenta diversos aspectos como: los circuitos de cine y la existencia de públicos específicos, las formas en cómo se expresa el discurso de inclusión y pluriculturalidad, los contextos particulares desde dónde se enuncia, los lugares o contextos dónde tiene sentido y significado, así como el flujo de imaginarios existentes sobre la identidad que se representa, mismo que sucede entre escalas (global, nacional y local).
Para ahondar sobre cómo suceden los procesos dialógicos y cómo se expresan las complejidades que envuelven al acto de la autorepresentación cinematográfica, tomo como ejemplo el de la identidad de la mujer maya-yucateca. Desde la región peninsular, específicamente Yucatán, las representaciones cinematográficas sobre “lo maya” dialogan de manera contextual con diversos discursos e imaginarios; con los discursos permitidos sobre la identidad “indígena”, con una realidad atravesada por una notable desigualdad social, con los imaginarios derivados de la “fama” global que ha tenido la cultura maya, el folcklorismo, la exotización, la romantización, la glorificación del pasado prehispánico, con los discursos que distinguen la lucha “ indígena” en defensa por el territorio, los procesos de reconocimiento pluricultural, lingüístico y étnico, y la insistente fuerza regionalista por remarcar “lo tradicional”, “lo auténtico”, “lo local”, y/o “las raíces” de la identidad yucateca-maya/maya-yucateca.
No es suficiente asumir que las representaciones y autorepresentaciones sobre la identidad transitan sobre un reconocimiento como acto político, sino también es preciso atender el cómo se crean, desde dónde se crean y con qué intencionalidad se crean. Este proceso de moldeamiento se vuelve particular para el caso de las mujeres “indígenas”, donde el momento de producción, como la manera de autorepresentarse y el momento de exhibición, se presentan como espacios activos y dinámicos que se definen desde su propia experiencia y autopercepción. La identidad de mujer “indígena” constantemente en el imaginario nacional se promueve como una identidad sumisa y vulnerable. Frente a esto, el cine ha resultado ser una herramienta de poder para poder dialogar y revertir muchas estructuras, tanto culturales, sociales, estéticas, mediáticas, políticas e institucionales. Lo anterior sucede de distintas maneras sin necesariamente exponer un discurso directo de rechazo y resistencia hacia las estructuras dominantes. En este cine, el espacio familiar, comunitario e íntimo, los vínculos con el territorio, los encuentros interculturales, los momentos de goce y el cómo se experimenta su feminidad y su cuerpo, son propios actos políticos. Asimismo, desde este cine se cuestionan las formas establecidas del quehacer cinematográfico, adaptando lógicas comunitarias y colaborativas. A partir de la experiencia y el cine de Yaremi Chan, cineasta de la región peninsular, hago un entretejido para reconocer distintas cuestiones en torno al propio acto de autorepresentación.